9 de septiembre de 2012

Camino Primitivo. Llegada a Oviedo


Hemos llegado en el autobús a Oviedo alrededor de las 12 de la mañana. Es domingo, el día está lluvioso y de fondo nos acompaña el sonido de las campanas de la catedral, al son algo triste del Asturias Patria Querida y un poco más tarde Santa Bárbara Bendita, era una buena bienvenida.
Lo primero que hemos hecho ha sido buscar el albergue para dejar las mochilas. Al pasar por una oficina de información turística le hemos preguntado a la chica y nos ha dado un mapa con la dirección.
Cuando llegamos estaba todo cerrado y tampoco había nadie esperando. Dentro de la verja había unos carteles pegados a la ventana, pero desde fuera no podía leerlos, así que me acerqué por dentro y los leí gritando para que Fernando pudiera escucharme. De pronto alguien desde dentro empieza a preguntarme ¿qué? ¿qué?, yo creía que estaba hablando por teléfono, pero por lo visto se dirigía a mí, él pensaba que yo le estaba hablando a él (no se cómo, si yo ni lo veía). La cosa es que en los carteles ponía que hasta las 5 de la tarde no abría y que se podían dejar las mochilas en un bar cercano. Al poco el hombre abrió la puerta y entonces me dijo que si queríamos, podíamos dejar allí dentro las mochilas, como no, pues claro que dejamos allí las mochilas y luego nos fuimos a pasear por Oviedo ligeros como plumas.



Sonido de gaitas por las calles de Oviedo

Era domingo y había muchísima gente por todos lados. Muy cerca del albergue, en los Jardines del Campillín, había un rastrillo de cosas usadas y tardamos un buen rato en verlo, tenía cosas de lo más curiosas y horteras. Luego nos metimos hacia el casco histórico y allí vimos la actuación de una banda de gaiteros y de bailes típicos. En el centro de Oviedo hay montones de bares y a al mediodía estaban ya muy concurridos. Nos metimos en el Lizarrain a tomarnos unos pinchos y luego hemos seguido paseando en busca de una pastelería.



En la pastelería Rialto

Hemos ido a parar a Rialto, una confitería donde tienen la repostería típica de Oviedo: casadiellas, carballones, moscovitas y te los puedes comer en el salón-cafetería que tienen dentro. Ya repuestos del todo vamos a buscar el punto de inicio de mañana, así que buscamos la catedral y encontramos las conchas doradas en el suelo, que seguimos un rato para orientarnos. El centro de Oviedo es muy bonito y está muy cuidado.


La catedral al fondo

En algún momento habíamos pensado en llegar a Oviedo, comer algo y empezar el camino después del almuerzo, rumbo al albergue de Escamplero, que está a unos 11 Km., para empezar poco a poco e irnos probando, pero merece más la pena quedarse unas cuantas horas visitando la ciudad tranquilamente.



Punto de partida del Camino Primitivo

Alrededor de las 5 volvimos al albergue y ya había una larga cola. Nos pusimos a hablar con una chica que había sentada en la escalera, venía de Barcelona y nos dijo que llevaba allí esperando desde la 1 de la tarde y no había leído el cartel para dejar la mochila en el bar. Se llamaba Anat y creíamos que venía con otro chico que estaba todo el rato allí hablando con ella, pero no, había venido sola, igual que el chico, que también nos dijo que venía de Barcelona. El chico se llamaba Javi.

Cuando abrieron la puerta el hombre que nos atendió por orden de cola no era el mismo de por la mañana. Este no era tan simpático, más bien seco. Nos cogió las credenciales y nos asignó litera. Un cuarto muy apretado en la primera planta, con 8 camas. Los otros compañeros de cuarto en cuanto vieron que había cuartos de 4 camas y más amplios se mudaron. Nosotros nos quedamos allí, viendo el ambientillo “international” que iba cogiendo el albergue. A eso de las 6 empezó a caer un tormentón…aunque eso no impidió a la gente irse de ruta, oí a una chica que decía “y ahora vámonos a tomarnos unas sidras”, mientras se iba con dos chicos. Yo no los conocía todavía pero eran Mica, David y Javi.



Fachada principal de la Catedral de Oviedo

Cuando ha dejado de llover hemos salido nosotros, a ver si cenamos algo antes de las 10 que cierran el albergue. Son las 7,  cae un poco de “orballu” y hay muy poca gente por la calle. No hemos metido en un bar que al mediodía estaba superlleno, se llama La Más Barata, en la calle Cimadevilla, es una arrocería y ahora está vacía, somos los primeros en entrar, y no me extraña, porque aquí, hasta las 8 no abren las cocinas de los bares, y nosotros sin saberlo… Así que pedimos unos vinos, charlamos un poco con el camarero hasta las 8, que empieza a venir más gente. Hay mucha variedad y tiene todo muy buena pinta. Después de comer lo que hemos pedido nos han invitado a unas cazuelitas de arroz que estaban estupendas. Hemos comido bien y baratito.

Nos hemos ido pronto al albergue. En nuestro cuarto ya estaban casi todas las camas ocupadas. Una chica de Zaragoza que ya había hecho todos los caminos (solo le faltaba el primitivo), y que además había sido hospitalera, dos chicos que venían del Camino del Norte, el “pamplonudo” Chusmari y el vasco Alberto, otro chico de Madrid, Manu y luego llegaron 2 ciclistas que creo que eran también zaragozanos.

Este albergue, aunque tiene 30 camas, para ser Oviedo un punto tan importante en el Camino, se merecería tener un albergue mejor. Es todo lo contrario a confortable, las camas, las duchas, la distribución, en general no me ha gustado.
Al poco de apagar las luces no ha parado de haber ruido, encender y apagar de luces, jaleo en la calle, un tío pegando voces a las tantas para que alguien le abriera la puerta, ha salido un chico de un cuarto a abrirle  y luego han entrado muertos de risa, hablaban en alemán. Más tarde, sobre las 12, otro ha encendido la luz de pasillo y se ha sentado en plan yoga a leer un libro supergordo, ¡puffff! y nuestro cuarto no tiene puerta…y un calor…y más ruidos en la calle. Como es mi primera noche en un albergue temo que esto sea así todas las noches,  ¡cielos qué horror!  ¡no voy a pegar ojo en 12 días!

Y a las 6, en pie.






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