Hemos llegado en el autobús a Oviedo alrededor de las 12 de la mañana. Es domingo, el día está lluvioso y de fondo nos acompaña el sonido de las campanas de la catedral, al son algo triste del Asturias Patria Querida y un poco más tarde Santa Bárbara Bendita, era una buena bienvenida.
Lo primero que hemos hecho ha sido buscar el albergue para dejar las mochilas. Al pasar por una oficina de información turística le hemos preguntado a la chica y nos ha dado un mapa con la dirección.
Cuando llegamos estaba todo cerrado y tampoco
había nadie esperando. Dentro de la verja había unos carteles pegados a la
ventana, pero desde fuera no podía leerlos, así que me acerqué por dentro y los
leí gritando para que Fernando pudiera escucharme. De pronto alguien desde
dentro empieza a preguntarme ¿qué? ¿qué?, yo creía que estaba hablando por
teléfono, pero por lo visto se dirigía a mí, él pensaba que yo le estaba
hablando a él (no se cómo, si yo ni lo veía). La cosa es que en los carteles
ponía que hasta las 5 de la tarde no abría y que se podían dejar las mochilas
en un bar cercano. Al poco el hombre abrió la puerta y entonces me dijo que si
queríamos, podíamos dejar allí dentro las mochilas, como no, pues claro que
dejamos allí las mochilas y luego nos fuimos a pasear por Oviedo ligeros como
plumas.
Sonido de gaitas por las calles de Oviedo |
Era domingo y había muchísima gente por todos
lados. Muy cerca del albergue, en los Jardines del Campillín, había un
rastrillo de cosas usadas y tardamos un buen rato en verlo, tenía cosas de lo
más curiosas y horteras. Luego nos metimos hacia el casco histórico y allí
vimos la actuación de una banda de gaiteros y de bailes típicos. En el centro
de Oviedo hay montones de bares y a al mediodía estaban ya muy concurridos. Nos
metimos en el Lizarrain a tomarnos unos pinchos y luego hemos seguido paseando
en busca de una pastelería.
Hemos ido a parar a Rialto, una confitería donde tienen la repostería típica de Oviedo: casadiellas, carballones, moscovitas y te los puedes comer en el salón-cafetería que tienen dentro. Ya repuestos del todo vamos a buscar el punto de inicio de mañana, así que buscamos la catedral y encontramos las conchas doradas en el suelo, que seguimos un rato para orientarnos. El centro de Oviedo es muy bonito y está muy cuidado.
En la pastelería Rialto |
Hemos ido a parar a Rialto, una confitería donde tienen la repostería típica de Oviedo: casadiellas, carballones, moscovitas y te los puedes comer en el salón-cafetería que tienen dentro. Ya repuestos del todo vamos a buscar el punto de inicio de mañana, así que buscamos la catedral y encontramos las conchas doradas en el suelo, que seguimos un rato para orientarnos. El centro de Oviedo es muy bonito y está muy cuidado.
La catedral al fondo |
En algún momento habíamos pensado en llegar a
Oviedo, comer algo y empezar el camino después del almuerzo, rumbo al albergue
de Escamplero, que está a unos 11 Km., para empezar poco a poco e irnos
probando, pero merece más la pena quedarse unas cuantas horas visitando la
ciudad tranquilamente.
Punto de partida del Camino Primitivo |
Alrededor de las 5 volvimos al albergue y ya
había una larga cola. Nos pusimos a hablar con una chica que había sentada en
la escalera, venía de Barcelona y nos dijo que llevaba allí esperando desde la
1 de la tarde y no había leído el cartel para dejar la mochila en el bar. Se
llamaba Anat y creíamos que venía con otro chico que estaba todo el rato allí hablando
con ella, pero no, había venido sola, igual que el chico, que también nos dijo
que venía de Barcelona. El chico se llamaba Javi.
Cuando abrieron la puerta el hombre que nos
atendió por orden de cola no era el mismo de por la mañana. Este no era tan
simpático, más bien seco. Nos cogió las credenciales y nos asignó litera. Un
cuarto muy apretado en la primera planta, con 8 camas. Los otros compañeros de
cuarto en cuanto vieron que había cuartos de 4 camas y más amplios se mudaron.
Nosotros nos quedamos allí, viendo el ambientillo “international” que iba
cogiendo el albergue. A eso de las 6 empezó a caer un tormentón…aunque eso no
impidió a la gente irse de ruta, oí a una chica que decía “y ahora vámonos a
tomarnos unas sidras”, mientras se iba con dos chicos. Yo no los conocía
todavía pero eran Mica, David y Javi.
Fachada principal de la Catedral de Oviedo |
Cuando ha dejado de llover hemos salido nosotros,
a ver si cenamos algo antes de las 10 que cierran el albergue. Son las 7, cae un poco de “orballu” y hay muy poca gente
por la calle. No hemos metido en un bar que al mediodía estaba superlleno, se
llama La Más Barata, en la calle Cimadevilla, es una arrocería y ahora está
vacía, somos los primeros en entrar, y no me extraña, porque aquí, hasta las 8
no abren las cocinas de los bares, y nosotros sin saberlo… Así que pedimos unos
vinos, charlamos un poco con el camarero hasta las 8, que empieza a venir más
gente. Hay mucha variedad y tiene todo muy buena pinta. Después de comer lo que
hemos pedido nos han invitado a unas cazuelitas de arroz que estaban
estupendas. Hemos comido bien y baratito.
Nos hemos ido pronto al albergue. En nuestro
cuarto ya estaban casi todas las camas ocupadas. Una chica de Zaragoza que ya
había hecho todos los caminos (solo le faltaba el primitivo), y que además
había sido hospitalera, dos chicos que venían del Camino del Norte, el
“pamplonudo” Chusmari y el vasco Alberto, otro chico de Madrid, Manu y luego
llegaron 2 ciclistas que creo que eran también zaragozanos.
Este albergue, aunque tiene 30 camas, para ser
Oviedo un punto tan importante en el Camino, se merecería tener un albergue
mejor. Es todo lo contrario a confortable, las camas, las duchas, la
distribución, en general no me ha gustado.
Al poco de apagar las luces no ha parado de haber
ruido, encender y apagar de luces, jaleo en la calle, un tío pegando voces a
las tantas para que alguien le abriera la puerta, ha salido un chico de un
cuarto a abrirle y luego han entrado
muertos de risa, hablaban en alemán. Más tarde, sobre las 12, otro ha encendido
la luz de pasillo y se ha sentado en plan yoga a leer un libro supergordo, ¡puffff!
y nuestro cuarto no tiene puerta…y un calor…y más ruidos en la calle. Como es
mi primera noche en un albergue temo que esto sea así todas las noches, ¡cielos qué horror! ¡no voy a pegar ojo en 12 días!
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