16 de septiembre de 2012

Etapa 7. Padrón-O Cádavo. 23,8 km.


Alrededor de las 7 hemos preparado un desayuno comunitario en el albergue y hemos partido.
Según el perfil de la etapa de hoy la cosa iba a ser movidita, muchas subidas y bajadas y sobre todo una, la subida a Lastra, que según la guía de Javi, iba a ser “mortal”. 


Nadie nos había avisado de lo dura que iba a ser esta jornada, salimos por la mañana tan inocentes, y resultó un día de continuas subidas y bajadas, alguna bastante fuerte, ratos de carretera, como dicen, "rompepiernas", menos mal que el paisaje era así de bonito

Con esta perspectiva empezamos bajando de Fonsagrada por unos caminos más bien sosos. Luego la cosa ha ido mejorando al pasar por algunos bosques de pinos, aunque también ratos de carretera.
A unos 7 Km. de Fonsagrada y subiendo otra vez, hemos llegado a Montouto, donde además de los molinos de viento, también están las ruinas del Real Hospital de Santiago, el primero de Galicia para los peregrinos del Camino Primitivo.


Pequeña ermita en la subida a Montouto, los molinos nos van acompañando en todos los paisajes

Muy cerca hay una pequeña ermita y desde esa explanada se divisa un amplio paisaje de montañas. Estamos casi en lo más alto de la Sierra de Hospital y hay pocos árboles.


Estas son parte de las ruinas del Hospital Real de Montouto, fundado por Pedro El Cruel en siglo XIV

Además de estas bonitas ruinas hay también un dolmen y más alejado, un menhir. Todo esto está cerca del pico de Laguna Seca, en la Sierra del Hospital, y está bastante alto, así que ahora toca bajar...
El camino va como las montañas, sube, baja, suuuube, baaaaaja...

Después toca una fuerte bajada por un camino estrecho donde la vegetación se vuelve  más espesa. Cuando hemos caminado unos 3 Km. más, encontramos a los compañeros tomando un “superdesayuno” en un bar que hay al pie del camino, en las mesas de fuera, delante de un letrero que pone Casa Mesón.

El camino transcurre entre una espesa vegetación y aún faltan unos kms para encontrar el primer bar.


También habían llegado un poco antes los madrileños y los alemanes, y seguía llegando gente. Los bocadillos tenían una pinta de lo más apetecible. Como los compañeros ya llevaban un rato allí, para no retrasarnos mucho entramos a preguntar qué nos podía preparar que no tardase mucho.
El señor que atiende el bar estaba solo y bastante liado, los madrileños también le pidieron sus cafés y cuando le preguntamos por los bocadillos estuvo algo borde, nada que ver con la amabilidad con la que hasta ahora nos habían tratado en todos lados, hasta los madrileños se quedaron cortados.


¡Llegamos al bar! Bueno parte del grupo había llegado hacía un rato y ya estaban hincándole el diente a unos bocatas con muy buena pinta.

 De pronto se nos quitaron las ganas de estar allí, de modo que cogimos nuestras mochilas y seguimos camino, así adelantaríamos un poco y en algún sitio bonito del camino nos pararíamos a comernos los bocatas que llevábamos.

Vamos por senderos que desembocan en la carretera a medida que llegamos a alguna aldea. Se ven muchas construcciones tradicionales, fachadas de piedra con los tejados de pizarra y sin apenas ventanas.








Las subidas y bajadas son continuas y el terreno cada vez está más incómodo, hasta que, a 1 Km. de Lastra se nos presenta un sendero en muy malas condiciones, con muchas piedras sueltas y una pendiente que era peor que una escalera empinada, interminable.
Ni con los bastones conseguía darme suficiente impulso. No te podría decir como era el paisaje por el que transcurría ese largo Km. porque iba con la vista fija en el suelo y sacando todas mis reservas de fuerzas, cuando levantaba la vista lo único que veía era una pared por delante.
Sudaba a chorros y si me paraba me iba para atrás. Las rodillas me rechinaban y me acordaba de Hospitales, un paseo al lado de esto.

Cuando por fin acabó la maldita subida salimos a una carretera, que por lo visto es la recomiendan seguir en vez de ir por donde nosotros hemos ido, y más aún si está lloviendo, porque entonces el sendero es impracticable.
Desde allí teníamos cobertura y llamé a Mica, que venía más atrás con la  rodilla muy dolorida, acompañada de Javi, y le avisé para que se fuese por la carretera, pero ya estaba empezando a subir y al final la muy valiente-bruta se hizo toda la subida a pesar de su rodilla y es que Mica es mucha Mica y no hay rodilla que la amedrente.

Mientras nos bebimos todas las reservas de agua y esperábamos encontrarnos un bar cuanto antes. En Lastra no vimos ninguno, así que seguimos subiendo por un sendero hasta el Alto de Fontaneira, también bastante empinado, y otra vez salimos a la carretera.
Habíamos agotado las reservas de agua, pero allí si que encontramos un bar ¡por fin! Ya hacía calor y con todo lo que habíamos sudado, estábamos locos por tomarnos una cerveza bien fresquita.


¡Qué ganas tenía de tomarme una cerveza fresquita! por Dios, qué trabajito má costao llegar aquí...

 Nos acoplamos en la terraza de Casa Bortelón y el dueño nos puso empanada y queso de la tierra en aceite, además de las cervezas, nos cobró 5,80 y nos fuimos contentos y algo más recuperados, dispuestos a comernos los 5 Km. que quedaban para O Cádavo.


Resulta curioso como van dejando pegados a los mojones papelitos
publicitarios dirigidos a los peregrinos


El camino vuelve a ser un sube y baja, esta vez más leve, atravesamos un pinar y al final de una larga bajada damos de bruces con el moderno albergue donde vemos que los compañeros ya andan por allí.

No me acuerdo a qué hora llegamos, creo que sobre las 2, y todavía quedaban muchas camas libres. Procuramos ponernos todos juntos a falta de Mica y Javi, que llegaron enseguida, prácticamente a la vez que los madrileños.


Justo al bajar una cuesta nos topamos con el moderno albergue de Cádavo

Hay dos grandes cuartos con 5 literas cada uno, más uno con dos camas para minusválidos, en total 22 camas. Es un albergue bastante nuevo, en un edificio moderno pero con algunos defectillos que hacen que no sea del todo confortable. Los baños estarían mejor si no se saliese todo el agua de las duchas al pasillo. La cocina también es muy moderna, pero no tiene menaje y el comedor está desangelado, resulta todo bastante frío.

Siguiendo con la rutina, nos duchamos y lavamos la ropa antes de ir a comer. Habíamos visto los cordeles con ropa tendida en el jardín trasero del albergue, pero no veíamos los lavaderos (muy moderno pero no tiene lavadora). Cuando por fin lo descubrimos, no salía de mi asombro. Dos cubos de hormigón a la altura de la rodilla y a metro y medio de los grifos. Enseguida me imaginé que ha debido de ser un antojo de “diseño” de quienquiera que hiciese el proyecto, y que por supuesto no ha debido de lavar un trapo en su vida, ni siquiera ver como se hace, porque lo de estas pilas es un atentado contra los extenuados cuerpos de los peregrinos y las peregrinas. Así que hicimos cola para lavar en un cubo de fregar mientras nos poníamos los pies chorreando de agua. (No se me ocurrió lavar la ropa en los lavabos, qué tonta).

Las pilas de lavar la ropa. Y no hay una, hay dos...
El albergue estaba bien (a pesar de las pilas), moderno, limpio, pero la hospitalera no me gustó mucho


Salimos a comer algo tarde, y como era domingo estaba todo lleno. Al final encontramos un restaurante que no recuerdo como se llama, y allí se quedó una mesa libre en la que nos acomodaron y tomamos un buen menú por 9 euros. Tenían ensalada o sopa, carne de ternera guisada o chuletón o jabalí, postre y café o chupito. Hemos disfrutado de la comida y nos hemos reído un buen rato.

Ya de vuelta al albergue pasamos por la farmacia a comprar algo para Fernando, que se le estaba hinchando bastante el tendón de Aquiles y le dolía. Yo me compré otro stick de Compeed para los pies porque ya había gastado los 2 que llevaba, y como me estaba dando muy buen resultado no quise arriesgarme a cambiar (todavía no me había salido ni una ampolla). Antes de irnos de la farmacia Goyo y yo nos pesamos, dicen que se pierden kilos en el camino, pero como después no me he pesado más, me quedaré con las ganas de saber si adelgacé ¡o engordé! ¿y tú Goyo?

Yo no sé a los demás, pero a mí el pueblo de Cádavo no me resultaba muy atractivo, no daban ganas de pasear por sus calles, así que pasé casi toda la tarde en el albergue.



La hospitalera apareció sobre las 5. Nos preguntó qué número de cama teníamos cada uno, nos selló las credenciales previo pago de 5 euros y nos dio fundas desechables para la cama. Antes se me olvidó decirte que en la zona de recepción del albergue hay numerosos cartelitos donde exponen algunas de las normas, entre ellas, que queda prohibido el uso de cualquier servicio del albergue si no se tiene cama, y además no se admite que nadie que duerma en el suelo.
La cosa se complicó cuando se ocuparon todas las camas. Todavía quedaba gente por acomodar. Algunas personas se fueron a buscar alojamiento privado pero otras esperaban algún tipo de apaño. Pero esta hospitalera es inflexible, no tienes cama, búscate la vida, pero fuera del albergue.
Esta discusión duró bastante rato. Salimos otra vez a dar una vuelta y comer algo. Estuvimos en el bar Eligio, comimos de picoteo y volvimos pronto.
Había alguna gente haciéndose la comida y allí apareció de nuevo la hospitalera, agarró todas las cosas y las sacó fuera de muy malas maneras. Decía que si alguien quiere usar las instalaciones, ya sea los baños, la cocina o lo que sea, hay que pagar 5 euros, gratis desde luego que no.
Los afectados decían que si no tienen cama ni pueden dormir dentro aunque sea en el suelo, no van a pagar igual que alguien que si tiene cama.
En fin, este es un tema que generó mucha polémica.
Si yo me quedo sin cama (cosa que ya me ha ocurrido) me voy a otro sitio, aunque sea más caro o esté a unos cuántos Km. (si las circunstancias no lo impiden, claro), pero también entiendo que en los albergues públicos las personas que los atienden, hospitaleros, hospitaleras, tienen que ofrecer precisamente eso, hospitalidad, ayuda, orientación, aunque no le queden camas libres, y estar en buena disposición con los peregrinos, como ocurrió por ejemplo con Domingo en su albergue.
También es cierto que hay personas que quieren tener todos los servicios gratis o se creen que pagando los 5 euros que cuesta un albergue tienen los mismos derechos que un hotel de lujo y van con exigencias, y entre tanto peregrino, habrá de todo. Como te digo este tema es bastante polémico y hay opiniones para todos los gustos.

Después de debatir un rato sobre esto en el comedor, nos fuimos retirando a dormir.

De la jornada de hoy en cuanto a paisajes ha sido un poco más sosa que las anteriores, y el pueblo tampoco es muy fotogénico que digamos (para mi gusto). Hoy apenas he sacado fotos y lo que más grabado se me ha quedado ha sido la subidita a Lastra.
Espero que mañana, que está previsto que lleguemos a Lugo, la cosa sea más interesante.


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