17 de septiembre de 2012

Etapa 8. O Cádavo-Lugo. 31 km.




A la mañana siguiente salimos sobre las 7 y fuimos a desayunar al Bar Eligio. Allí fuimos juntándonos todos y como solo atendía una chica tardamos bastante. También llegó un matrimonio de Toledo muy simpático que habíamos conocido días atrás y nos comentaron que habían dormido en la Pensión Cantábrico y venían encantados, sobre todo con el desayuno. 



Hoy hemos salido de noche, hemos ido a un bar de Cádavo a desayunar y ya empieza a clarear


 Conforme vamos subiendo a la salida de Cádavo vamos viendo un precioso “amanecé” como dice nuestra almeriense Mica, el más bonito hasta ahora. Una vez arriba, toca bajar otra vez.
Hoy tenemos que abastecernos en Castroverde, a 10 Km., porque hasta Lugo no hay bares ni tiendas. Vamos casi todo el rato por asfalto, atravesamos por algún bosque de pinos y llegamos a Vilavade, a 6 Km., pasando junto a la iglesia Nuestra Señora del Carmen, que parece sacada de alguna capital italiana. Por  lo visto le dicen “la Catedral de Castroverde”.

Pasamos junto a la Iglesia del Carmen


Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, es gótica. A mi me recordó mucho a las iglesias italianas del Renacimiento
 
Fernando sigue con la pierna fastidiada, por lo que vamos a un ritmo más lento del habitual. Así, poco a poco hemos llegado a Castroverde. A la entrada hay un supermercado y allí paramos a comprar algunas cosas. Los compañeros van más adelante. Siguiendo ruta vemos frente al ayuntamiento la “Fonte dos nenos” que me parece muy bonita, y nos enteramos también de que, precisamente hoy, inauguran en este pueblo un albergue, es una buena noticia para los peregrinos. 

 Enfrente del ayuntamiento de Castroverde está esta bonita "fonte dos nenos"
El camino a partir de Castroverde es más llano. Hay trozos de carretera y trozos de tierra, entre árboles y abundante vegetación, atravesados por algún que otro arroyo. En uno de los primeros tramos de carretera, apoyado sobre un mojón del camino, nos encontramos un palo-bastón que más bien parecía la vara retorcida del mago Merlín.
Estaba allí como esperando a que su nuevo dueño lo reconociese. Ese nuevo dueño fue Fernando, que con su cojera le vino como anillo al dedo, ¡y le cogió un cariño…!



Pasamos también varias aldeas donde vamos viendo algunas muestras de arquitectura tradicional y también algunas casas muy feas. El entorno es más agrícola que ganadero.
También nos vamos encontrando muchos cruceiros, muy variados, más que en las jornadas de Asturias.

A la entrada de Torres

En Vilar de Cas

Cruceiros y maizales, vista habitual del camino de hoy
Cruceiro y concha peregrina, los dos contra el muro

Los terrenos más cercanos a las aldeas están plantados mayormente de maíz y las casas se rodean de huertos con hortalizas y muchas berzas. A medida que avanzamos pasamos más rato por asfalto, incluso hemos pasado por una zona de canteras bastante grande y fea, pero cuando volvemos a pisar el suelo de los caminillos nos reconforta. También vamos un buen tramo por el arcén, en paralelo a un precioso bosque de pinos, que por alguna razón el camino que lo recorre nos está vedado.
Otra particularidad de hoy han sido los carteles donde ofrecían a pocos metros café y bebidas, y luego resulta que eran ¡máquinas expendedoras! ¡Que chasco!




Ya hemos pasado por varios bosques y vamos contando los Km. que nos van marcando los mojones. Hemos tenido que cruzar un puente sobre la autovía y pensamos que ya no queda mucho para Lugo.
El camino se vuelve bastante monótono, cansino, aburrido, laaaargo, me duelen los pies una burrada, a Mica ahora también le duele la otra rodilla y a Fernando la pierna. Parecemos la Pandilla-Basura, ¡y Lugo que no aparece!





  
Te aseguro que esta jornada se está volviendo muy pesada. Me he puesto doble plantilla en los zapatos para ver si están más blanditos, pero el asfalto no perdona. ¡Echo de menos mis deportivas!
Cuando estamos pasando por otra aldea ¡por fin se ve Lugo! Deben de faltar unos 4 Km.

Ya se ve Lugo al fondo
Cada paso que doy es un suplicio para mis pies y estos últimos Km. son interminables, y eso que es todo llano. Cuando estamos más cerca se divisa el puente del tren, entre huertos y árboles, y detrás Lugo.

Lugo, detrás del puente del tren

Me he emocionado hasta las lágrimas. Supongo que algo así será lo que dicen que te ocurre cuando llegas a la Plaza del Obradoiro en Santiago, se te saltan las lágrimas de emoción, pero a mí se me han saltado de lo cansada que estoy, del dolor de pies y de lo mal que vamos los tres, ¡pero ánimo, ya casi hemos llegado!
Bajamos por medio de unas bonitas casas y atravesamos el río Fervedoira  a través de un puente de origen romano, luego subimos otro poco y nos topamos con una fea escalera.


 

A Mica la mira la gente y exclaman ¡cómo va! Ya vemos la famosa muralla de Lugo y la puerta de San Pedro que es la que nos recibe a los peregrinos del Primitivo. Hay un monolito junto a la puerta, pero nosotros pasamos de largo, ni foto ni ná, solo queremos llegar.


El albergue está en pleno centro, muy cerca de la muralla. Hemos llegado a las 2:45 y los compañeros están allí. Teníamos nuestros temores con el hospitalero, pero  lo cierto es que nos trató muy bien (no derrochó simpatía pero estuvo correcto).
Los compañeros ya le habían avisado de que llegaríamos y nos atendió con bastante rapidez, nos selló las credenciales, le pagamos y nos explicó las normas del albergue entre las continuas interrupciones de los madrileños, que también acababan de llegar.
Lo que más nos ha recalcado ha sido que se cierra a las 10 de la noche y no se abre a nadie, y que si él no está, dejemos la puerta bien cerrada, porque por lo visto es frecuente que entren a robar.
Aparte de eso, el albergue está nuevo y cuidado, aunque es una pena o más bien un fallo, que no tenga lavadora. La recepción está abajo y los dormitorios y los baños arriba. Parece ser que tiene otra segunda planta, pero cuando llegamos todavía quedaban libres muchas de las 42 literas de la primera planta.
Javi se ha ofrecido para llevar toda nuestra ropa a una lavandería que está un poco alejada, así que como somos los últimos, esperan a que nos duchemos y dejamos la bolsa de ropa sucia lista para partir.


Por las bonitas calles de Lugo, a buscar el almuerzo

Fachada principal de la catedral de Lugo

 Vamos a comer a un sitio que nos han recomendado, pero a Mica y a mí nos parece que está lejísimos. Hay que atravesar el centro y salir por la puerta de la muralla del lado opuesto, y luego subir una calle. Ya nos habíamos calzado todos las chanclas, aun así a mí me seguían doliendo mucho los pies y confieso que iba de bastante mal humor. Esperaba que una buena comida me “transformara”.

Puerta de Santiago
No recuerdo como se llama el restaurante al que fuimos, creo que ni lo miré, entramos y pasamos al fondo. Tenía el aspecto de las típicas casas de comidas y ya quedaba poca gente.
Tampoco recuerdo bien lo que comimos, pero no estuvo mal por 8 euros. Creo que culpa de que no me acuerde mucho de la comida la tiene la familia que había comiendo en la mesa de atrás.
Estaban el padre, la madre y una hija de unos 15 años. Yo escuchaba todo el rato un jaleo de música que salía como de un altavoz cascado, resultaba bastante molesto comer y charlar un rato con los compañeros oyendo esa música estridente. No conseguía localizar de donde salía la música, porque parecía salir de la mesa de la familia, pero no veía ningún altavoz.
Cuando vino el camarero le pregunté de donde salía esa música tan molesta, y me dijo que era la chica oyendo música en el móvil, pero que no le podía decir nada porque eran clientes habituales.
Todos los de nuestra mesa sacamos nuestros móviles y pusimos también la música a toda pastilla, a ver si cogía la indirecta ¡menudo escándalo teníamos! Cada uno con una música diferente y todos muertos de risa ¡pero nada! ¡Ni puñetero caso! Los que nos íbamos a volver locos éramos nosotros.
Así que volvimos a apagar la música y esperamos con todas nuestras ganas a que terminasen de comer y nos dejaran solos, porque el camarero se fue a las 4:30, después de dejarnos los postres.
Cuando se marcharon cogimos la botella de orujo que habían dejado en su mesa y nos tomamos unos cuantos chupitos…para desquitarnos…Ya se me había pasado el mal humor.

Las calles comerciales, con brujillas asomadas a los balcones...
A la vuelta hemos ido parando en todas las farmacias, algunos chicos han ido a llevar la ropa a la lavandería y otros se han ido de turisteo a ver la muralla. Nosotros nos hemos ido a descansar porque estamos “reventaos”.

Una de las puertas de la catedral de Santa María
De vuelta al albergue pasamos junto al Palacio Espiscopal

Camino de la Plaza Mayor

De vuelta hacia el albergue hemos pasado por las calles peatonales más comerciales del centro y también por la puerta de Correos. Esto nos ha hecho pensar que teníamos algunas cosillas en la mochila que no íbamos a necesitar (cubiertos, bañadores, el traje de agua…) y lo mejor era mandarlas a casa.
Así que después de un breve descanso repasamos las cosas que verdaderamente no vamos a necesitar y nos vamos a Correos Fernando y yo. Hemos enviado casi 2 kg de “cosillas” entre los dos y nos ha costado 6 euros. Tienen un precio especial para los peregrinos.
Luego hemos ido a comprar algunas cosas y hemos vuelto al albergue. Es media tarde y poco a poco van apareciendo los compañeros.
Mica también prepara un paquete para enviar a casa y sale para Correos, dice que luego volverá al albergue porque quiere descansar las rodillas, no sea que mañana esté peor.
Fernando y yo estamos un poco mejor, pero es un poema vernos andar, Fernando cojeando y yo que parecía que iba pisando huevos.

"Pantocrator" de la puerta norte de la catedral

Cruceiro junto a la catedral

Hemos salido otra vez casi todos para ir a tomarnos unas cervezas, ya casi está anocheciendo. Hemos pasado otra vez por la puerta de Correos y hemos estado esperando a Mica, que al final ha decidido venirse con nosotros.
 En estos días se celebra en Lugo un concurso de tapas y participan muchos bares. Hoy es la primera noche que pasamos en una ciudad más grande y estamos dispuestos a aprovecharla a tope, pero como Cenicienta, antes de las 10 de  la noche, o nos convierten en calabazas…

El ambiente de compras va desapareciendo, los comercios están cerrando y los bares se convierten en las estrellas de la calle.
No llevamos ninguna referencia, ninguna recomendación, vamos a la aventura y nos metemos en el primer bar que nos gusta. No recuerdo como se llamaba, (ni el primero ni ninguno) ni las tapas que tomamos, solo recuerdo que todo estaba bueno y que nos atendieron muy bien y que los precios eran de risa.


Nos metimos los 9 y empezamos a pedir vinos y cervezas. Los chicos navarro-vascos llevaban la iniciativa. Ellos están acostumbrados a salir de pinchos o chatos (no sé cómo se dice), tomar rápido lo que sea y salir pitando pa’otro bar, solo que allí los vasos son pequeñitos.
Aquí quieren emular esa costumbre pero con esos copones de vino o los vasos de cerveza…no nos da tiempo, y ya hay que ir a otro bar…

El siguiente bar está muy bien, y el siguiente también. Ya hemos cogido carrerilla y nos lo estamos pasando bomba. Si nos preguntas ahora qué nos duele, te diremos que estamos divinamente. Se aproxima la hora de la calabaza y todavía apuramos tiempo para ir a otro bar. Con los ojillos cerrados de tanto reírnos, nos tomamos las últimas tapas y las últimas copas. Salimos corriendo para el albergue por unas calles muy ambientadas y llegamos justo a tiempo.

Al llegar al dormitorio íbamos todos con un ataque de risa incontenible. Nos mirábamos y nos reíamos a carcajadas, un poco apurados porque mucha gente ya estaba durmiendo. Estaban allí los alemanes y nos miraban riéndose ellos también, pero como diciendo ¡qué bien se lo pasan éstos! ¡Nos teníamos que haber ido con ellos! La verdad es que fue una noche inolvidable, ¿quién nos lo iba a decir al mediodía cuando llegamos tan derrotados?

Hoy ha sido un día de muchos contrastes. Por un lado lo tedioso de los últimos Km., el dolor  y el cansancio, por otro lo bien que lo hemos pasado por la tarde-noche. La noche ha sido memorable...
Lo que más lamento es no haber podido conocer más la ciudad, recorrer la muralla, ver el museo provincial, entrar a la catedral... por lo poco que vimos, merece la pena porque Lugo tiene un encanto muy especial.


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario