A las 6,30 de la
mañana empezó a sonar suavemente el Ave María de Shubert y al poco rato
estábamos desayunando en el comedor.
La noche también
había tenido su particular concierto de ronquidos (parece que va a ser la
tónica habitual cada noche), voy a tener que plantearme seriamente en sacar los
tapones para los oídos, que pensaba que no los iba a necesitar.
Después del
desayuno y prepararme bien los pies, nos despedimos efusivamente de Alejandro y
salimos los últimos, a la vez que la rusa Yllana, a las 7,30.
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Amanece después de pasar La Espina |
Todavía estaba oscuro y a la salida de Bodenaya
las señales se veían regular. Avanzábamos los tres a paso lento pero aún así
dejamos atrás a Yllana al pasar el pueblo de La Espina, a 1,2 Km. Volvíamos a
ir solos.
Los caminos por los que vamos pasando no tienen
grandes desniveles y son zonas rurales con mucha ganadería, de vacas claro.
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Camino de Tineo |
En
las aldeas vemos muchos establos y en los caminos se nota bastante la
“presencia” de las vacas, hay que ir con mucho cuidado para no pisar esa
“presencia”. Por todos lados hay un olor particular, no desagradable, una
mezcla vegetal y animal, a campo.
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Caminos rodeados de cercas para el ganado |
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Entrada a Pedregal. Joan descansa junto a la máquina expendedora |
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Fuente de Pedregal |
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Arquitectura típica y aldeas vacías |
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Cruceiro a la salida de Pedregal |
El camino es muy bonito y vamos viendo mucha
arquitectura típica. Por los caminos nos cruzamos con otros peregrinos que no
conocíamos. Son casi las únicas personas que hemos visto, exceptuando a
Antonio, un señor mayor, un poco antes de llegar a Tineo.
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Antonio, el "saludador" de las peregrinas |
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Te encuentras flechas amarillas en los lugares más insospechados... |
El señor Antonio estaba en el portón de un establo,
frente a su tractor, y nos saludó muy efusivamente, en especial a mi. Nos dio
la mano y a mi me dio dos besos y ya no me soltó. Nos contó que cada año saluda
a cientos de peregrinos, pero yo creo que más bien a peregrinas, porque me ha
echado el brazo al cuello y no hay quien lo despegue. Es un hombre simpático,
aunque bastante pegajoso. Después de “arrancármelo” nos deseó buen camino.
Pensamos en Yllana, que venía detrás, tan grandota, ¿se atrevería con ella?
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Molino de agua |
Ya casi encima de Tineo nos encontramos con
Chusmari, que tenía los pies bastante perjudicados por las ampollas y se estaba
cambiando de calzado. Lo esperamos y cuando llegamos a Tineo pasamos de largo.
Aprovechamos para hacer unas fotos en una escultura que representa un peregrino, situada en la parte alta del pueblo.
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Tres peregrinos en Tineo |
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Vista de Tineo, con sus coloridos edificios |
Tineo, la tierra de la mantequilla, los otros chicos que iban delante habían
entrado al pueblo y se habían pegado un buen desayuno, pero ya se habían ido.
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Aunque nosotros no entramos en Tineo, los chicos que iban delante si que pararon a desayunar y Alberto retrató esta muestra de arquitectura tradicional |
Pasando Tineo nos encontramos un “mirador” muy
curioso, lleno de letreros que hay que pararse al leer. El camino vuelve a ser
precioso y empieza a llover. Tenemos que parar para ponerle la funda a la
mochila y ponernos los chubasqueros.
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Poco a poco empieza a llover |
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Tineo queda atrás... |
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Aquí hay letreros muy curiosos |
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Paisaje desde Tineo hasta adentrarnos en el bosque |
La capa de agua, de momento no parece
necesaria. Al rato nos volvemos a encontrar a Chusmari, que iba delante,
peleándose con el impermeable mientra intentaba ponérselo, porque hacía viento
y además lo estaba estrenado y no sabía muy bien como iba.
Está muy bien porque
es como un impermeable largo que además cubre la mochila, todo en uno, pero al
principio cuesta saber como se pone.
Le ayudamos y seguimos un buen trecho
juntos. A pesar de llevar los pies doloridos y llevar las sandalias, Chusmari
iba muy rapidito y nos volvió a adelantar.
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Camino del bosque la lluvia aprieta |
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Desde Tineo hasta adentrarnos en el bosque, el camino va subiendo |
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La lluvia apenas molesta... |
Nosotros íbamos más despacio y parando a hacer
fotos porque el camino era cada vez más espectacular, altos árboles de un verde
intenso, robles, castaños, el suelo lleno de hojas secas, el ruido de la lluvia
en la copa de los árboles…era como ir por un sueño.
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El bosque de robles con el suelo tan blandito... |
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Caminamos sumergidos en el silencio... |
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Ya hacía más de dos horas
que pasamos Tineo, ahora íbamos bajando y encontramos la señalización al
monasterio de Obona, un desvío de 400 m que luego hay que desandar. Como no teníamos
prisa nos acercamos a verlo.
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Monasterio de Santa María La Real de Obona |
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Fachada principal del Monasterio |
El Monasterio de Santa María La Real de Obona se
cree que fue fundado en el año 780 y con posterioridad se convirtió en centro
de gran poder económico y cultural y también atendían a los peregrinos.
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El entorno y la lluvia le dan un carácter muy romántico... |
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Cada rincón de la galería está tomado por las hierbas |
Aunque
está declarado Monumento Nacional desde 1982, su estado es casi ruinoso, pero
no por eso menos bonito. Su fachada es muy sobria y por un lateral se puede
entrar al interior y ver su claustro, alrededor de un amplio llano que ahora
está tomado por las hierbas, y un bosque al fondo.
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El interior está abandonado |
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Pasear dentro de estos muros supuso uno de los momentos mágicos del Camino |
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Me imagino a los monjes por aquí, en silencio, disfrutando de la paz del lugar |
El día lluvioso le daba un
aspecto muy romántico y mereció la pena hacer esos 800 m más para verlo. Al
incorporarnos de nuevo al camino, envuelto en bruma, seguimos en una
atmósfera como de ensueño, hasta llegar
a Villaluz y coger otra vez carretera.
Pasamos varias aldeas más y llegamos a
Campiello sobre las 2,30, con los pies destrozados de los últimos 4 Km. por
carretera. Ya estaban allí casi todos, en el albergue Casa Herminia.
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Árboles habitados por duendes... |
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Y el bosque de Obona sigue con toda su belleza, robles, castaños, abedules...antes de llegar a Villaluz y luego a Campiello |
Casa Herminia es un albergue privado, y por
distancia era el que mejor nos venía, unos 26 Km. El siguiente albergue es el
de Borres, 3 Km. más, y las opiniones sobre él son tirando a malas.
De Casa
Herminia también teníamos nuestras precauciones ya que es uno de los
alojamientos más polémicos del camino gracias a su dueña, Herminia, a la que se
tilda de pesetera y abusona, pero todos pusimos nuestra energía positiva en que
las cosas salieran bien, como así fue.
Cuando llegamos, algunos estaban en el bar
tomando cervezas y otros en el albergue terminando de ducharse y poniendo la
colada en una lavadora enorme.
Herminia nos selló la credencial, nos asignó 2
camas bajas y Goyo nos invitó a una cerveza mientras tanto.
El bar de Herminia
también es tienda, (cosa que por mi tierra ya no se ve) y tiene de todo, desde
fruta hasta bastones telescópicos. Cuando nos fuimos al albergue nos dijo
Herminia que nos duchásemos porque nos daba tiempo mientras terminaban de
preparar la comida.
Así que nos duchamos, lavamos rápidamente la ropa, y la
metimos con el resto de la ropa en la también gigante secadora.
Al llegar otra
vez al bar ya estaban todos sentados y esperándonos para comer. El menú estuvo
muy bien, abundante, todo casero, primero berza, luego lentejas, ternera con
patatas y postres caseros. Yo me pedí huevos fritos y estaban buenísimos, decía
que eran de sus gallinas, todo acompañado con vino de la tierra y muy buen pan.
Luego nos tomamos un chupito.
El menú son 10 euros, igual que en casi todos
sitios, y el chupito de orujo aparte. Goyo no almorzó menú pero se sentó con
nosotros en la mesa y no hubo ningún problema.
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Estupenda comida en el bar-tienda de Herminia |
Mientras comíamos llegaron los
alemanes, Peter y Manfred y nos preguntaron si alguien había perdido unas gafas
¡oh maravilla de las maravillas, todo lo que pierdo aparece! Le dije que yo muy
contenta, sacó las gafas del bolsillo y me las dio, ¡me cachis, no eran las
mías!, él se encogió de hombros y dijo medio en inglés-español-señas algo así
como ¡bueno, quédatelas de todos modos!, y nos reímos un rato. Ellos comieron
más tarde.
En todo
momento nos atendió bien y cariñosamente, “demasiado” según algunos, ya que a
Peter, un holandés bastante serio, le mosqueaba un poco que Herminia lo
“tocara” tanto, a él y a todos los demás, y es que Herminia es ese tipo de
persona que enseguida te trata con mucha confianza y te habla diciendo ¡ay
cariño, tómate una cervecita! ay cariño ¿te apetece comer algo? mientras te
toca ligeramente el hombro.
Eso sí, te lo cobra todo, para eso es su negocio,
pero al menos a todo nuestro grupo, nos trató con mucha amabilidad y se prestó
a ayudarnos en lo que podía y fue uno de los mejores albergues en los que
estuvimos en cuanto a la calidad de sus servicios.
Hay que ir con la idea de
que no vamos a un albergue público, la filosofía es diferente, esto es un
negocio privado y como tal funciona, independientemente del trato humano, que
repito, no fue malo.
A lo largo del camino hay sitios mucho más caros y con
peor calidad y atención y no pasa nada, no hay tanta polémica en las redes ni
nadie se queja. Supongo que tendrá mucho que ver la personalidad tan
arrolladora de Herminia, que, o te cae bien, o la odias.
El albergue está enfrente del bar, a unos 50 m.
Es una gran sala con 13 literas muy robustas y bastante espacio entre ellas,
los colchones y las almohadas tienen unas fundas muy blancas y limpias y
mantas.
En el centro hay 3 baños amplios e igualmente nuevos y limpios, con
unas duchas…las mejores duchas de todo el camino, muy espaciosas, con mampara
de cristal, bastante presión, vamos, que una vez que te metes, no daban ganas
de salirse de ella. Y por último, en la entrada están la lavadora y la
secadora, industriales, de modo que en el rato de la comida estaba la ropa de
todos lavada y seca, a 6 euros cada aparato, pagado en grupo no sale tan caro,
y te ahorras por un día de lavar y esperar a que se seque, que ese día con
lluvia no se hubiera secado.
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Los chicos le dan el visto bueno a mis nuevas gafas de sol |
A la tarde descansamos un poco y luego dimos
vueltas por allí, sobre todo buscando cobertura para el móvil, (misión
imposible) porque en Campiello hay poco que ver, y menos lloviendo.
Teníamos
también que comprar comida para el día siguiente, ya que iba a ser una jornada
larga y sin servicios durante muchos Km. Un poco antes del bar de Herminia hay
otro bar-tienda, Casa Ricardo, donde también tienen de todo.
Herminia nos ofreció prepararnos los bocadillos o
lo que quisiéramos para el día siguiente, dejándolo listo por la noche, cada
uno en su bolsa para no amontonarnos y ponernos nerviosos a primera hora de la
mañana.
Lo tiene ya muy bien organizado, y para nosotros es también mucho más
cómodo. Así, durante la tarde-noche,
mientras tomamos algo (o no), le vamos pidiendo lo que queremos y ella lo va
preparando a la vez que atiende al resto de clientes, aunque a veces, como le
pasó a Chusmari, tarda un poco más de la cuenta.
Te prepara bocadillos de lo
que quieras, filetes, tortilla, embutido, también hay fruta y barritas
energéticas, bueno y muchas más cosas. A fin de cuentas nosotros ya no tenemos
prisa, te lo mete todo en una bolsa y lo guarda en la nevera, hasta la mañana
siguiente, de manera que a primera hora solo tiene que estar pendiente de
ponernos el desayuno.
La noche fue bastante tranquila, aparte de los
ronquidos, aunque yo no pude dormir pensando en la jornada del día siguiente.
Teníamos que decidir si íbamos por la ruta de Hospitales o por Pola.
En
principio habíamos pensado ir por Pola, ya que con niebla no recomiendan ir por
Hospitales, pero Herminia opinaba que la niebla levantaría y quedaría un buen
día.
Yo no confiaba mucho en mi resistencia física, porque toda la información
que tenía de Hospitales decían que esa una subida durísima y pensar en ello me
causaba bastante inquietud.
Hoy ha sido un día todavía mejor que los
anteriores, los paisajes han sido mágicos, y la lluvia, y todo….
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Con mis nuevas gafas de sol. La flecha amarilla es un recuerdo con el que nos obsequió
Alejandro en su albergue de Bodenaya. |
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